miércoles, 10 de septiembre de 2008

PENSAR CON EL CORAZÓN


Es difícil escapar a los intereses creados, sin duda. Es difícil admitir los errores, lo es. Es difícil decir lo siento, es difícil. Es difícil renunciar al orgullo, probablemente. Es muy difícil no dejarse llevar por quien nos alaba desmesuradamente - casi siempre falsamente -, muy difícil. Pero ¿es tan difícil poner en lo que hacemos un poquito de corazón?

A veces nos olvidamos de nuestra responsable tarea como cristianos, de la dimensión cristiana de la caridad humana y de la alabanza a Dios, de lo importante que es reconocernos en Cristo para sabernos parte de su propio cuerpo, que es la Iglesia, y para saberlo meta de nuestro caminar en la tierra. Nos olvidamos de reconocernos en Cristo porque solo vivimos pendientes de reconocernos a nosotros mismos, de encerrarnos en el egoísmo propio de no permitir a los demás que vuelen por miedo a que evidencien el propio miedo a volar. Si Dios nos da alas, nadie es quién para cortarlas, y que nadie entorpezca nuestro vuelo hacia Cristo por la comodidad de no iniciar un vuelo. Descubramos que es el corazón el motor de nuestra vida.

Avancemos, pues, en dar Gloria a nuestra Semana Santa haciendo vida de Hermandad unida durante todo el año, trabajando y trabajando por dar el culto a Dios al que nos animaba Juan Pablo II (que sí era - y es - un santo) en su carta a los artistas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues aunque parezca mentira, no es en este pueblo o desde esta parroquia, mejor dicho, desde donde se aplaudan actos de hermanamiento entre cofradías, o cultos y manifestaciones externas para que fuera del tiempo de Semana Santa, se respire en el pueblo ese olor a Cristo y a María Santísima, que tan solo durante una semana hay quien se empeña en oler.
Parece que se disfruta más con el enfrentamiento, con el no-hacer para caer en una desidia, con palmaditas a unos y rapapolvos a otros, para asistir como buitres a un festín del que poder sacar tajada.
Parece que efectivamente se cortan las alas a los que quieren volar, para que ganen esos buitres, que ya cansados de hacerlo, buscan que le traigan la comida, en forma de reconocimiento, a casa.

Sergio García-Navas